Ejercicios de relajación, reconocimiento del espacio y presentación del grupo.

Primera serie: reconocimiento del espacio y entrada en calor

La cruz y el círculo: Se pide que hagan un círculo con la mano derecha; después,
que hagan una cruz con la mano izquierda. A continuación, tienen que hacer las dos
cosas al mismo tiempo. Es casi imposible. Se pueden introducir variaciones,
intentando hacer cualquier figura diferente con las manos o los pies. Este ejercicio
pretende que los alumnos comiencen a entrar en calor y a concienciarse sobre su
propio cuerpo.
Carrera en cámara lenta: Gana el último en llegar. Una vez iniciada la carrera no
se podrán interrumpir los movimientos, que deberán ejecutarse lo más lentamente
posible. Cada corredor deberá estirar lo máximo que pueda las piernas a cada paso.
A cada centímetro que camine, se organizará una nueva estructura muscular,
activando ciertos músculos dormidos. Solo puede haber un pie tocando el suelo.
Este ejercicio exige un gran equilibrio y, de paso, estimula todos los músculos del
cuerpo.

Sin dejar ningún espacio vacío en la sala: Todos deberán caminar con rapidez, de
manera que sus cuerpos estén equidistantes y esparcidos por toda la sala. De vez en
cuando el profesor dirá “¡Alto!” y todos deberán detenerse, intentando que no haya
ningún espacio desocupado en la superficie de la sala. Después, en vez decir
“¡alto!”, el profesor dirá un número y todos deberán juntarse en grupos de ese
número, intentando siempre que no quede ningún espacio vacío. Se puede continuar
enunciando formas geométricas (dos cuadrados y un círculo), que los alumnos
deberán crear, colores de ropa para agruparse, algún rasgo físico (pelo largo, pelo
corto), etc.

1- Ejemplo: Maestras y maestros del Estado de Sonora en México, realizando una dinámica que busca la disociación de las palabras y las instrucciones, así como el movimiento y la sensibilización con el espacio y el grupo.

2-Ejemplo: Calentamiento y desestructuración

3- Ejemplo: Caminata

Segunda serie: relajación y respiración

Inspiración lenta: inspirar lentamente por la fosa nasal derecha y espirar por la
izquierda; después invertir el orden.
Inspiración lenta con los brazos extendidos: inspirar lentamente al mismo tiempo
que levantamos los dos brazos lo más arriba posible y nos ponemos de puntillas,
intentando ocupar el mayor espacio posible; después, también lentamente, espirar
mientras retomamos la posición inicial, encogiendo el cuerpo hasta ocupar el menor
espacio posible.
Muy lentamente: se inspira y después, emitiendo un sonido, se espira de manera
que el sonido pueda oírse durante el mayor tiempo posible.
De pie, en círculo: los alumnos/actores espiran haciendo un ruido (¡Ah!), se dejan
caer como si se estuviesen desinflando y se relajan completamente en el suelo.
Acostados en el suelo: con el máximo contacto posible del cuerpo con el suelo,
trabajarán las voces en esta posición. Haciendo este ejercicio en una primera sesión,
se pueden hacer vocalizaciones con sus nombres.

Tercera serie: presentación e integración del grupo

Dibujar el propio cuerpo: se tumban cómodamente en el suelo, cierran los ojos y
piensan en su cuerpo como una totalidad, y en cada una de sus partes: dedos, cabeza,
pies, boca, lengua, vértebras, músculos, etc. Deben ir moviendo cada parte en la que
estén pensando, cuando eso sea posible, y cuando no, intentar direccionar su energía y
todos sus pensamientos allí. Después de unos minutos de concentración (puede estar
acompañada por una música suave), el profesor dará una hoja y un bolígrafo (iguales)
a cada alumno. A continuación, pedirá que cada uno dibuje su propio cuerpo, aún con
los ojos cerrados, y firme con su nombre del otro lado de la hoja. Hecho esto,
recogerá los dibujos y los colocará en suelo. Los alumnos abren los ojos y el profesor
puede preguntarles cosas sobre los dibujos, qué les llama más la atención, cuál creen
que es el suyo. Hasta que, finalmente, tendrán que recoger el dibujo que crean que es
el suyo; darle la vuelta para ver el nombre y comprobarlo. Este ejercicio sensibiliza
bastante a los grupos, porque los alumnos tienen que tomar conciencia de su propio
cuerpo y reproducirlo. A partir de ahí podemos empezar a trabajar sobre la
importancia del cuerpo, el nuestro y el de los demás y de la necesidad de prestarle
atención.
El punto, el abrazo, y el apretón de manos: se pide que cada participante mire
fijamente un punto de la sala, luego deberá cerrar los ojos e intentar caminar hacia ese
punto. Después el profesor pide que abran los ojos y vean dónde están, quién logró
acercarse, quién se alejó. A continuación, forman parejas y se abrazan, cierran los
ojos y se separan, caminando hacia atrás hasta encontrar un obstáculo. Deben
entonces volver a intentar abrazar al mismo compañero (todo con los ojos cerrados).
Este mismo ejercicio se puede hacer dándose un apretón de manos: se dan un apretón
de manos, cierran los ojos, caminan hacia atrás, y vuelven con la mano extendida
buscando darse un apretón de manos con la misma persona. Esta actividad es una
forma de comenzar a relacionarnos con nuestros compañeros, sin hablar siquiera, pero
comenzar a conocernos, a tener en cuenta el cuerpo del otro, el espacio que el otro
ocupa.

¿Quién ha dicho ¡Ah!?: todos, con los ojos cerrados, caminan por la sala. El
profesor (con un toque) designará a una persona que deberá emitir un “¡Ah!” de la
manera que quiera. Los demás intentarán descubrir quién ha sido y decir su nombre.
Nadie con nadie: en parejas, con una persona que queda siempre fuera. Esa persona,
el director, indicará en voz alta partes del cuerpo con las que los participantes
deberán tocarse (codo con codo, pie con pie, mano con mano, etc.). Los contactos
son acumulativos y no se deshacen hasta que sea imposible seguir las instrucciones.
En ese momento, se deshacen las parejas y se cambia de director.